El Seminario da dos nuevos sacerdotes para el presbiterio diocesano

09 Dic

El Seminario da dos nuevos sacerdotes para el presbiterio diocesano

José Joaquín Martínez y Fernando Gómez han culminado su preparación al sacerdocio en una sentida celebración de ordenación este martes 8 de septiembre de 2020. A las 17.30 horas, en el Día de la Inmaculada Concepción, patrona del Seminario, en la Catedral de la Asunción de Coria, tenía lugar este paso determinante para los, hasta ahora, diáconos, con la asistencia de una estudiada representación de todos los estamentos diocesanos, debido a las restricciones impuestas por la pandemia de la Covid-19. La retransmisión fue seguida en directo por el canal de YouTube de la diócesis de Coria-Cáceres por casi dos centenares de personas.

La celebración, al encontrarse la Diócesis de Coria-Cáceres en sede vacante, estuvo presidida por D. Ciriaco Benavente Mateos, obispo emérito de Albacete, quien fuera también obispo de la diócesis. “Sabéis que me produce una especial emoción y gratitud volver a celebrar en esta Catedral”, afirmaba el prelado, agradeciendo la invitación del Administrador Diocesano, D. Diego Zambrano, y destacando que “Dios me ha pagado con creces”, pues siendo ya emérito, «solo puedo dar gracias por poder ordenar a dos nuevos compañeros en el ministerio», apostillaba Benavente Mateos.

Durante su homilía, D. Ciriaco Benavente destacó que «en María se abrió un capítulo nuevo, que aún no se ha cerrado. Proclama que Dios sigue teniendo un proyecto amoroso de gracia para todos los hombres. En ella, Madre de la nueva humanidad, tenemos la prueba de que puede ser ejecutado. Las doce estrellas de María iluminan nuestra noche y nos revelan que Dios nos busca en nuestras sombras». Y dirigiéndose especialmente José Joaquín y Fernando, les dijo: «Vosotros, que habéis dicho ya al Señor muchos síes, vais a decir esta tarde con María y como María, un sí muy especial a Dios y a la Iglesia, un sí que os compromete de raíz, lo decís porque, antes, Dios ha dicho su sí sobre vosotros».

En estos momentos de tribulación e incertidumbre social por la situación actual, el obispo emérito de Albacete también se refería a las “horas de oscuridad y sombras”: «seguro que en estos días habéis repasado muchas veces la historia de vuestro proceso vocacional. (…) Dios ha estado siempre junto a vosotros, no ha dejado de hacer oír su voz en el silencio o en el ruido. Os ha hablado a través de vuestras buenas familias, de los sacerdotes y de fieles de vuestras parroquias, de las personas que os han acompañado en las diversas etapas, de los formadores del Seminario, de las parroquias en que habéis ejercido el diaconado. Todos ellos y todo ello ha contribuido a que llegara este día, a que cuajara el proyecto amoroso que Dios tiene sobre vosotros».

«Abrid las manos y el corazón para acoger al Señor», pronunciaba Don Ciriaco Benavente para añadir que: «en la ordenación de diáconos recibisteis el nombre de servidores. Es un nombre que ha de permanecer en vuestro carnet de identidad. Hoy, además, vais a recibir el nombre de presbítero, que habla de madurez cumplida».

«No somos los obispos, presbíteros y diáconos, el signo exclusivo de Cristo. (…) Somos signo sacramental intensivo para los hermanos y al servicio de los hermanos.», apelaba el prelado, insistiendo en que “todos los días y en todas partes llevaréis encima esta representación del Señor”: «Dios, cuando llama al ministerio presbiteral, no nos contrata como obreros temporeros, sino que nos consagra. Sean cuales sean vuestros pasos, llevaréis siempre en vuestra alma la señal de que Dios no se desdice de sus dones».

«Somos vasijas de barro, pobres vasijas de barro, que llevamos en nuestra voz, en nuestras manos y en nuestro débil corazón humano, la riqueza y la fuerza de un don que nos desborda. Pero el Señor puede hacer grandes cosas con lo poco que somos. No temáis», sentenció D. Ciriaco Benavente.

También les pidió que trabajen con todos sus hermanos presbíteros, religiosos y laicos en “sinodalidad”, así como que estuvieran siempre “en salida”. «Nuestra Iglesia es por su misma naturaleza misionera; ha tenido origen en la misión del Hijo y en la del Espíritu Santo. (…) Es el estilo de Hijo de Dios en salida: “Salí del Padre y he venido al mundo”».

Al finalizar su homilía, y celebrándose la Jornada del Seminario -que se trasladó, con motivo de la pandemia, del 19 de marzo, Día de San José, patrón del seminario, al 8 de diciembre, Día de la Inmaculada y patrona del Seminario-, quiso pedir también por las vocaciones y por la llegada de un nuevo Pastor Diocesano.

Durante la celebración, tras la homilía, se viven, como en cada ordenación sacerdotal, varios momentos destacados. El candidato a sacerdote, se postra en el suelo en señal de humildad y de súplica, mientras se cantan las letanías de los Santos.

Posteriormente, tiene lugar la plegaria sacerdotal, en la que el obispo emérito impuso las manos sobre los candidatos. Es el momento en que el Espíritu Santo, desciende por medio del sacramento (acción sacramental) al ordenado. Todos los compañeros del presbiterio también les impusieron las manos.

Una vez revestidos como sacerdotes, sus manos fueron ungidas con el Santo Crisma, y el obispo les entregó el cáliz y la patena. Finalmente, el rito de ordenación sacerdotal terminó con el momento de la paz, donde los nuevos sacerdotes se dirigieron a todos sus compañeros, quienes tras el obispo, hicieron un gesto que sustituye al abrazo, como símbolo de acoger a estos nuevos miembros en el presbiterio.

José Joaquín aseguraba días antes: “nunca di paso atrás, porque sé de quién me he fiado”, mientras que Fernando afirmaba sentirse “feliz, en paz y expectante ante la nueva vida que me espera”. Los ya sacerdotes han tenido muy presente a sus seres queridos y también a aquellos que han sido importantes en su discernimiento vocacional.

Sus destinos ya han sido desvelados: José Joaquín Martínez, Administrador Parroquial de la Parroquia San Andrés de Zarza la Mayor y Fernando Gómez Vicario Parroquial de la Parroquias Santa María la Mayor y Santos Mártires de Brozas

Damos gracias a Dios por estas nuevas vocaciones sacerdotal en nuestra diócesis.