Renovación de los votos de las hermanas del Seminario

28 Ene

Renovación de los votos de las hermanas del Seminario

La Vida Consagrada es una hermosa vocación dentro de la Iglesia. Dios llama a algunas personas a seguirle más de cerca de una forma radical, viviendo los consejos evangélicos, para pertenecerle del todo a Él con un corazón indiviso. La llamada de Dios para dejarlo todo y seguirle es, en un primer momento, un abandono de sí mismo y de todas las cosas para ingrávidamente seguir los pasos del Señor sin reservas. Esta renuncia conlleva, en un primer momento, incertidumbre, desprendimiento y cierto dolor, más está fundamentada y enraizada en la confianza y poder del que te llama, en la alegría de experimentar la libertad al responder a Dios por medio de su gracia y dar un paso en la fe que te asegura que lo que te prometió se realizará, a saber: “el ciento por uno en esta vida y en la otra la vida eterna”. Ese primer momento se transforma en alegría profunda cuando vas descubriendo el Tesoro escondido que encierra la vida consagrada: Jesucristo. Dios, que es, como diría San juan de la Cruz: “una mina que nunca termina de agotarse”, el tesoro escondido que el alma consagrada va descubriendo día a día, progresivamente conforme lo va encontrando descubre que aún le queda mucho por descubrir. Esta es la alegría de un Consagrado, que todo aquello que dejó, es nada, comparado con lo que ha encontrado.

Comprar el campo para encontrar el tesoro es, en esta ocasión, ingresar a la Vida religiosa, como una total consagración a la Trinidad, comunión de amor. El alma consagrada escogida por Dios Padre desde toda la eternidad, es llamada por Jesucristo, en el Espíritu Santo, para hacer una alianza de amor eterna. Este desposorio se realiza a través de los votos de Castidad, pobreza y obediencia, viviendo la vida comunitaria como una manera estable de vivir la caridad teologal y una ayuda inigualable para sostener tu respuesta vocacional. La vivencia de esta consagración personal y comunitaria desemboca en la evangelización apostólica, hacer conocer ese amor inagotable de Dios y ser expresión de su providencia con los hombres a través de las obras de misericordia.

El próximo 2 de febrero se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Este año bajo el lema “La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido”. La Comisión Episcopal para la Vida Consagrada dedica esta jornada a todos los que, en medio de innumerables desafíos, al borde del camino o en el rincón más inhóspito de una barriada cualquiera, se convierten en ayuda para las heridas del mundo. En la actualidad, los consagrados ayudan con una mirada especial a las personas que experimentan nuevas formas de injusticia, aflicción y desesperanza, como los afectados por la COVID-19 desde la oración y la ayuda solícita.

Las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús (las hermanas del Seminario) viven esta jornada con gran intensidad. Durante todo el día testimonian la elección de Cristo a vivir de cerca su Amor misericordioso nacido de su Corazón herido. En la Eucaristía de las ocho de la tarde renuevan los votos. La renovación de votos es un momento en que el alma consagrada vuelve a experimentar la llamada y fidelidad eterna de Dios y la respuesta libre a dedicarse a los demás con espíritu de servicio callado en la fe. Frente a la Eucaristía, presencia viva y humilde de Jesucristo en esta tierra, no menos real que su presencia gloriosa y majestuosa en los cielos, vuelven a decir “SÍ” al Corazón de Jesús con el firme propósito del seguimiento total a compartir con él su vida y hacerse hostias vivas que se parten por el prójimo.

Una de las hermanas, H. Mar de María, renueva por primera vez los votos perpetuos, por lo que es un gran momento de gracia para ella. Es la primera vez que experimentará que el camino que ha aceptado vivir junto al Maestro no se alimenta del recuerdo de lo que vivió el día de su profesión perpetua, sino que se nutre de la presencia cotidiana del Corazón de Cristo en su vida, que le mueve a la alegría y a la verdadera libertad a modo de la Virgen María, con fe y amor.

Esperamos que oréis en ese día por la comunidad de religiosas del Seminario. Así mismo deseamos que esta próxima jornada de la vida consagrada sea una renovación de todos los llamados a ese estado de vida, que experimenten la alegría de la elección de Dios sobre sus vidas y, en prueba de gratitud, lleven el rostro misericordioso de Dios a los hombres y a los más necesitados.