MENSAJE DEL NUEVO OBISPO A LOS DIOCESANOS

Queridos hermanos y hermanas:

¡La Paz esté con todos vosotros!

Cuando el Señor Jesús llamó a los Doce Apóstoles por su nombre y los envió a proclamar el Reino, les dijo que en la aldea o ciudad donde llegasen dieran el saludo de paz, rogando hospitalidad y acogida. El Señor, a través de la Iglesia, ha pronunciado mi nombre inmerecidamente para enviarme a anunciar el Evangelio entre vosotros (Mt 10, 1ss). Aunque me siento un hombre de labios impuros como Isaías y pequeño como Jeremías, con temor y temblor, fiado en su gracia, me he lanzado a decir: «Aquí estoy, Señor, mándame» (Is 6,8). Siguiendo las instrucciones de Jesús, también yo imploro, como aquellos primeros Apóstoles, vuestra acogida, benevolencia y comprensión. Os ruego sobre todo vuestra oración para que pueda ser de verdad el Pastor que Dios quiere y que la diócesis de Coria-Cáceres necesita. Aunque lo que soy para vosotros me asusta y me da vértigo, lo que soy con vosotros me consuela y me estimula. A partir de este momento, mi santificación y mi salvación están unidas a las vuestras.

Ya he tenido ocasión de encontrarme con D. Diego Zambrano, administrador diocesano, que, durante estos dos últimos años, marcados por la pandemia, ha regido la diócesis con acierto y prudencia. Me ha recibido con los brazos abiertos, con gozo y sentido eclesial. Que Dios le pague tanta entrega y generosidad. A través de él he sabido de la riqueza pastoral de la Iglesia que peregrina en Coria-Cáceres. Una Iglesia enormemente bendecida por el Señor, que cuenta con un buen número de sacerdotes y religiosos entregados plenamente a la misión evangelizadora en parroquias y en diversos ministerios, con diáconos permanentes que cuidan con esmero la liturgia y el ejercicio de la caridad, con Seminario mayor y menor que son el corazón de la diócesis y promesa de esperanza, con numerosas comunidades de vida consagrada activa y contemplativa que enriquecen la Iglesia particular con la una gran variedad de carismas, con múltiples y florecientes asociaciones y movimientos apostólicos, con Caritas diocesana y parroquial bien organizada y en coordinación con las instituciones públicas, con centros educativos, asistenciales y de espiritualidad…

A todos mi saludo, mi reconocimiento y mi aprecio. Como a tierra sagrada, quiero acercarme “descalzo” a este templo espiritual, construido con piedras vivas, que es la Iglesia de Coria-Cáceres. Soy consciente de que es mucho más lo que tengo que aprender que lo que puedo aportar. Pero me siento enormemente agraciado y me salen espontáneamente del corazón las palabras del Salmo: «Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad» (Sal 15,6).

Mi mayor deseo es integrarme también yo en la edificación de esta Iglesia en marcha. Hago mías las orientaciones pastorales emanadas del XIV Sínodo diocesano que constituyen un auténtico plan pastoral para los próximos años: una Iglesia misionera en continua conversión. No podemos ser misioneros que anuncian del Evangelio y apresuran el proyecto humanizador del Reino de Dios si no somos a la vez discípulos fieles de Jesús en constante renovación personal y comunitaria.

Saludo con mi mayor consideración y respeto a Mons. Francisco Cerro, anterior Obispo de Coria-Cáceres. Su clarividencia al convocar el Sínodo diocesano puso a la diócesis en sintonía con “la nueva etapa evangelizadora” impulsada por el Papa Francisco, adelantándose a los propios pasos del Romano Pontífice. El proceso sinodal rejuvenece y renueva la Iglesia. Agradezco de corazón al Santo Padre Francisco la confianza que me ha dispensado pensando en mí para este servicio, y deseo expresar públicamente mi adhesión afectiva a su persona y obediente a su magisterio.

 A las autoridades responsables de la vida pública, locales, provinciales y autonómicas, civiles, militares, judiciales, académicas y culturales de esta comunidad extremeña… quiero presentarles mis respetos y ofrecer, como ha sido siempre, la colaboración de la Iglesia diocesana en el empeño por el bien común, para construir una sociedad cada vez más justa y fraterna, atenta a los más pobres y necesitados.

Saludo también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de Coria-Cáceres. Como conciudadano y vecino, ofrezco mi cercanía y amistad para compartir la vida, las dificultades y las alegrías, y también pongo a su disposición mi ministerio.

En cuanto nos permitan las limitaciones sanitarias, todos están invitados a la ordenación episcopal, que tendrá lugar, Dios mediante, el día 19 de febrero de 2022 en la hermosa y recientemente restaurada catedral de Santa María de la Asunción de Coria.

 Me acojo al seguro amparo de Santa María, Madre de Dios, a la que se venera en estas tierras con advocaciones tan entrañables como Argeme y la Montaña. Pido a san Pedro de Alcántara, patrono de la diócesis, y a todos los santos extremeños, que intercedan por mí.

Con el deseo de un santo adviento, que el Señor bendiga a todos.

 Jesús Pulido Arriero

Obispo electo de Coria-Cáceres

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Autor: seminariocaceres